7/2/2024 - 22:02 - TANDIL
Antes de comenzar pido disculpas por lo extensa que es esta nota, demasiado para este tipo de medios. Quiero decirles que la he reducido respecto de la original y que espero puedan leerla con detenimiento y comprensión. ¡Muchas gracias!
Puedo entender que son otras las necesidades de la humanidad de hoy, que los sistemas médico y psicológico están obsoletos. Soy conciente de la deshumanización de muchos profesionales de la salud (no de todos) que, atados a sus protocolos estadísticos, se limitan a la justificación de su poder y lo hacen a cualquier precio.
Sin dudas como humanidad hemos tenido que llegar a este punto a través de esta realidad médica, y eso está bien. Así ha sido y así debió ser. Pero también sé que un nuevo paradigma de salud ya se ha instalado y está expandiéndose lentamente en la conciencia de las gentes. Ya no resulta tan fácil engañar a las personas o dominar sus vidas, aunque siempre aparece algún oportunista que intenta aprovecharse de las confusiones emergentes en el caos que predomina en el cambio.
También sé que un ser humano no está escindido en sus manifestaciones. No es una Psique, o un cuerpo orgánico, o una emoción o un Alma. Es todo ello junto, en integridad y fusionado. Se trata de un “Organismo complejo e interrelacionado”. Esto sin dudas atenta contra las especializaciones, y gracias a Dios que lo hace. No es posible trabajar con un paciente “separando sus partes”, haciendo de cuenta que su organismo es autónomo del cerebro, y de las emociones y de la psique. Esto es una insensatez.
En palabras del Dr. Ryke Geerd Hamer: “Los médicos de los siglos o de los milenios pasados, de los que nuestros médicos modernos hacen caso omiso, subrayando su falta de espíritu científico, basaban generalmente su diagnóstico y su terapia en el contexto síquico. Por supuesto, no estaban en situación de apoyar sus conocimientos con los descubrimientos de las ciencias modernas en el plan anatómico, síquico y bioquímico, su experiencia era sobre todo el fruto de un camino sicointuitivo, que se juzga hoy en día como insignificante”.
“Sí no se incluye el conjunto del campo orgánico, no hay evidentemente manera alguna de llegar a una sinopsis sistemática y reproducible. En realidad, no hay por qué hablar de distinción rigurosa entre el siquismo, el cuerpo y el cerebro, porque de hecho es una tríada constantemente sincronizada”.
Ahora bien, dicho esto acerca de la necesidad de “sintonizar con el nuevo paradigma” para comprender profundamente las causas de las supuestas enfermedades, y poder “transformar” el proceso en vías de la restauración de la normotonía, es importante aclarar que no es posible hacerlo a través de medios abreviados, tergiversados y adaptados a simbolismos e interpretaciones superficiales. “No es posible descodificar un código de supervivencia”. ¿Cómo podría la Naturaleza cometer error alguno?
Seguramente estamos comenzando a comprender que respondemos de manera sincrónica a estímulos e impactos externos que ingresan por nuestra psique y que ponen en marcha procesos bio-lógicos en respuesta de readaptación. Eso sí sucede y es entonces cuando todo el organismo que somos cambia, entra en alguna fase “modificada” respecto del normal ritmo vegetativo. Pero esto no quiere decir que cualquiera que tome los descubrimientos del Dr. Hamer y sus 5 leyes Biológicas, y los recargue con sus interpretaciones, con agregados que pierden de vista la esencia del real sentido que la Naturaleza le ha dado al proceso biológico en curso, esté ayudando realmente.
En el circuito de estas personas que se valen del esfuerzo y sacrificio, tanto como de la rigurosidad científica del trabajo de hombres como Hamer y otros, sólo se esconde un deseo egóico de manipulación y más poder. Estos personajes se hacen de las bases de estos descubrimientos como si les fueran propias, las “camuflan”, un poco con “maquillaje artístico”, y, con gran astucia, engañan a las gentes necesitadas de soluciones con sus “innovadores métodos”.
Esto es una clara muestra de la ignorancia de tales pretensiones, evidenciada por la concurrencia de las masas al facilismo y a las soluciones mágicas. Esto basta de prueba para ver que se trata de una simple moda pasajera, que naufraga por la superficie de la cuestión.
La verdadera asistencia y acompañamiento radica en la devolución total de la libertad del paciente. Cuando uno comprende y puede “verse a sí mismo” desde la evidencia de la propia ignorancia, uno se hace libre.
Ninguna de estas “nuevas técnicas” de dominación masiva tiene por finalidad devolverle al paciente el “poder” sobre sí mismo. Este timo se basa en la falsa premisa de que “Creer es Crear”. Nada más alejado de la verdad que esta afirmación. Cuando se cree no se sabe. ¿Quién necesita creer en el algo, excepto quien no sabe y no conoce?
Tú no dirías “creo en esto” o “creo en aquello” si realmente ese objeto de la creencia fuera parte de ti. Lo verdaderamente conocido no necesita ser creído, porque es real para quien percibe sin necesidad adicional de constatación.
¿De qué sirve creer cuando se ha sabido/experimentado? La credulidad presenta dos aspectos fundamentales: los deseos y la renuncia. “Deseo salir de esto lo más rápido posible, sin importar de dónde viene”. “Renuncio a la experiencia de la comprensión porque no quiero hacerme cargo de mí”.
Cuando “perdemos la salud” es así. ¿Será el miedo a la muerte lo que nos hace enajenarlo todo? ¿Por qué no podría, la enfermedad, ser una respuesta biológica de la Naturaleza que viene para socorrernos? ¿Por qué es la enfermedad un mal a erradicar lo antes posible? Si es tan importante la salud, ¿por qué la depositamos 100% en manos de un desconocido y sin ánimo de comprensión? ¿Cuál es nuestra responsabilidad en todo este asunto? ¿Acaso sentimos que “no tenemos nada que ver con esto”?
Es más de lo mismo: ignorancia o irresponsabilidad. Entonces hay varias cuestiones en juego aquí. Por un lado la enajenación de ciertas responsabilidades en manos de “intermediarios supuestamente calificados”. Por otro lado la falta de Conciencia que trae aparejada la renuncia a la experiencia.
Para ir terminando esta nota me gustaría que reflexiones acerca de lo siguiente:
¡La duda es un estado más elevado que la creencia!
Para el hombre que siembra la semilla de la duda, todos los campos son fértiles y de todas sus cosechas obtiene frutos. Su valía se basa en el saber que deviene de la experiencia que se abre camino.
Para el hombre que siembra la semilla de la creencia, lo mismo da esparcirlas en el asfalto. Para este buscador de referencias estáticas, la esperanza es su consuelo y la des-gracia su premiación. Lo es porque la creencia es fija, es inerte. La creencia está muerta.
Estimado lector, lo mejor que puedes hacer con estas palabras, es dudar. ¡No me creas, por favor no lo hagas! Pon en duda esto que acabas de leer…
¿Acaso no has oído hablar del beneficio de la duda?
A través de Alejandro D. Gatti